Después del clímax del reencuentro entre Annet y Abel, este capítulo se adentra en las conversaciones, miradas y emociones que siguieron. Promete llenar los vacíos dejados por el anterior, ofreciendo una mirada íntima a la reconexión de dos almas que, a pesar de todo, nunca dejaron de considerarse familia.
Annet, impulsada por la curiosidad y el anhelo, explora la vida de su padre para entender qué ocupó su lugar durante todos estos años. Mientras tanto, Abel se enfrenta al choque de la realidad al reconciliar la imagen de su niña pequeña con la mujer que ahora tiene delante.