Quiero compartir contigo mi versión personal de salsa marinara. En lugar de seguir medidas exactas, prefiero disfrutar cada parte del proceso y ajustar los ingredientes según mi paladar y el de mi familia.
Utilizo una olla de un galón (3.78 litros) como guía para asegurarme de tener suficiente las próximas dos semanas.
Ingredientes:
Instrucciones:
- Comienzo por hervir agua. Alcanzado el hervor, sumerjo los tomates por solo cinco minutos. Esto ayudará a aflojar la piel.
- Retiro los tomates del agua caliente y los dejo enfriar con calma. Una vez fríos, les quito la piel y el tallo. Aprovecho este momento para dejar los apuros a un lado y deleitarme en el proceso. Recuerda que te puedes saltar esta paso comprando las latas de tomate. De nuevo, Your call 😉
- Luego, licúo los tomates y vierto el jugo resultante en una olla amplia. A fuego medio-bajo, dejo que hierva, permitiendo que los ingredientes se concentren y se desarrollen.
- Durante la cocción del tomate, preparo un sofrito con la media cebolla grande y los dientes de ajo picados. Sofrío esta mezcla en una sartén aparte hasta que esté transparente y, luego la incorporo al tomate.
- Continúo cocinando, al menos una hora más, para que los sabores se integren. Voy probando y ajustando los condimentos a mi criterio. Me encanta agregar sal, pimienta y albahaca fresca según mis preferencias.
- Lo más importante, con esta y cualquier receta, es probar hasta que ya no puedas parar de probar de lo deliciosa que está. Es ahí cuando está lista.
- Tras lograr el punto de gusto delicioso, retiro la olla del calor y la dejo enfriar. Luego, divido la salsa en envases para congelar y tenerla disponible para futuros platos.
La cocina es un espacio de libertad donde puedo experimentar y ajustar el sazón sin seguir muchas reglas, sino deleitándome en cada etapa. Esta preparación casera se convierte en la base de muchas de mis recetas. Desde un reconfortante minestrone y una sabrosa sopa de tomate; hasta un plato de garbanzos y, por supuesto, la clásica pasta. En la cocina, no existen límites cuando se trata de pasar un buen rato y experimentar con los sabores.