Inicio disculpándome por el vocabulario que vas a encontrar en esta publicación. Parece imposible dejar a un lado palabras toscas y ordinarias si de putas se trata, así que hablemos sin mesura.
Hoy, me encuentro ante la realización de que mis hijas se van a topar, cara a cara, con este hermoso y confuso mundo. Va a llegar el día en que otros, cual fieras, provocarán y hasta elogiarán en ellas conductas de moral cuestionable, para luego devorarlas con juicios y críticas.
A todas nos ha pasado, mis hijas también se van a tropezar de manera directa o indirecta con inquietantes vocablos y localismos: golfa, perra, zorra, jinetera, gamberra, fufurufa, chuchumeca, chapeadora, casquivana, caminadora, magaya o trola.
Por ello, si algún día mis pequeñas me preguntan qué es una puta, lo primero que haré es aclararles que es un término altamente nocivo para la acusada, y en especial para quien la acusa.
Les aseguraré que Dios las hizo mujeres; unas aptas, adecuadas, competentes, ideales, convenientes, útiles, capaces y apropiadas mujeres. Que no somos objetos, no nos usamos y que el sexo es un regalo maravilloso que el de arriba nos ha dado.
Que Dios habita en sus cuerpos, y que coexisten y se relacionan los 365 días del año. Y, te cuento algo, lo mismo te pasa a ti, creas o no en Él, Dios vive en ti.
Les diré que las debilidades, transgresiones o flaquezas sexuales son las más dolorosas e influyentes en nuestra formación; pueden destruir y deshonrar a las personas, su dignidad y su integridad.
Les explicaré que si, voluntaria o involuntariamente, llegan a servir de provecho para alguien, lo más probable es que sean señaladas de alguna manera, o peor aún, ignoradas. Me cercioraré de que entiendan que Dios nunca las ha condenado y jamás lo hará; y que son ellas las que no deben permitir que la sentencia o reprobación de otros las identifique.
Cuando asimilen estas verdades, estoy segura de que se respetarán y amarán plenamente. Podrán controlarse sin dejarse influenciar por sus propios deseos o por los de los demás. Comprenderán que las putas no existen porque Dios no creó putas, ese es un engaño que inventamos nosotros.
Sé que, cuando entiendan el verdadero significado y diseño de una mujer y de su cuerpo, vivirán dispuestas y decididas a deleitarse con el sexo dentro del refugio de una relación saludable. En unidad con alguien que las respete, las considere como a sí mismo y sienta dicha por tenerlas a su lado.